viernes, 12 de noviembre de 2010

De analfabetos, visitas papales y editorialistas de “La Vanguardia”

Para comenzar utilizaré la autoridad de un institución no sospechosa de anti conservadurismo, en concreto la RAE. Una de las definiciones que da para el término “analfabeto” es “que no tiene noticia de algo o profano en alguna disciplina”. Según esto me declaro analfabeto en no muchas, sino en muchísimas materias. En física, matemáticas, bolillos, medicina, cocina vietnamita, flora hindú, cirílico, fútbol americano, beisbol, cine bengalí o teatro ucraniano, por no seguir ya que la lista es apabullante. Eso no impide que pueda opinar sobre todo esto, pero correría el riesgo de hacer el ridículo y también de inducir al error al que inocentemente y creyendo que soy ducho en la materia, me creyese. Sin embargo, es parte de la vida cotidiana lo de opinar de todo y de todos, desde los miles de tertulianos radiofónicos a los televisivos. Y nadie está libre de pecado, nunca mejor dicho. En la última visita papal, Benedicto XVI al analizar la situación de la iglesia en España comparó la situación actual con la previa a la guerra civil española, que, desde la óptica eclesial no rectificada, fue la última cruzada,y en la que encuentran cientos de mártires para sus altares. Pasa el pastor alemán por ser uno de los grandes intelectuales de la Iglesia por lo que cualquier cosa que diga para muchos sienta cátedra. Lo que pasa es que mientras eso debe ser en teología y, por mis noticias, música, latín y algunas más, es un perfecto analfabeto, según la definición de la RAE, en historia y actualidad española, por mucho que unos cuantos lo hayan utilizado con intereses espurios para atizar al gobierno cayendo de hinojos ante la “sapiencia” del santo padre. Como le pasa al editorialista de “La Vanguardia”, que el día de la transformación de la Sagrada Familia en basílica, abrumado por la visita y declarándose partidario y totalmente de acuerdo con lo dicho con la profética afirmación o dogmática verdad, no sé como calificarlo, nos lo justifica por el calado intelectual del personaje y por su gran formación en Historia. Una formación que tiene como base, según el periodista, las teorías de Arnold Toynbee, que hablaba de historia cíclica y daba a la religión una importancia suma en el desarrollo de las civilizaciones. El editorialista con convicción marmórea nos advierte de la solidez de tamaña teoría. Como sí que soy historiador y ejerzo todos los días, en esto no me considero analfabeto y simplemente diré que las teorías morfológicas, así se llaman, son una de las mayores lacras que ha sufrido la ciencia histórica y que nadie ya las maneja, salvo los analfabetos, históricos, por supuesto. Alguien seguro dirá que si tanto el Papa como el periodista conocen la teoría es que no son analfabetos, e incluso, que el equivocado soy yo. La diferencia es que a mí me sustenta la autoridad de varias escuelas historiográficas y a ellos la fe. Y, volviendo al principio, como no quiero que hagan el ridículo, ni lleven a error a los crédulos sigo la máxima de Marx,“Dejar el error sin refutación es una inmoralidad intelectual”. Así que como no quiero ser un inmoral, algo en lo que el Papa y el periodista ultracatólico tendrán que estar de acuerdo, no tengo más remedio que decir que tanto el uno como el otro justifican la definición de la RAE, en el campo de la Historia, por supuesto.

1 comentario:

  1. Por mucho que te esfuerces, la gente que basa sus conocimientos en la fe, nunca atiende a razones.

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