lunes, 15 de octubre de 2012

El traje nuevo del emperador


“El traje nuevo del emperador” es un cuento de Hans Christian Andersen publicado en 1837 en el que el susodicho emperador amante del buen vestir es engañado por un par de pícaros que le cuentan que tiene una tela que sólo es visible para aquellos que son hijos de su padre. Evidentemente el emperador no ve nada con el consiguiente susto y, por supuesto, para que nadie sepa lo de su dudosa ascendencia dice ver la tela que la pareja simula tejer. La voz corre, nadie la ve, pero todos afirman que sí, el engaño es masivo. Y llega el día del desfile ante un pueblo silencioso al que se le había avisado de la calidad de la tela. Y el emperador sale a la calle con su nuevo traje hasta que un niño grita “¡Está desnudo!” y todo el mundo ya con el velo quitado y entendida la estafa comienza a reírse humillando al monarca.
Un bonito cuento que puede ilustrar lo que Artur Mas está haciendo con la población de Cataluña con la diferencia que es tejedor y emperador al mismo tiempo. Tejedor de una tela que oculta la realidad de la Cataluña dels millors: 135.000 parados más que hace dos años (hasta alcanzar los 800.000) la tasa de paro ha aumentado del 17% al 21%, Mas prometió reducirla a la mitad. La promesa del pacto fiscal ha acabado en fracaso, no se ha producido la reactivación económica prometida, las listas de espera han aumentado un 43% y el 40% de los estudiantes universitarios han de pagar un 70% de tasas más que hace dos años. Ni más ni menos que 24 meses de inutilidad e inactividad salvo en lo que laminar los derechos y el estado bienestar se trata.
Ahora dice que los ejes de la campaña electoral, que se va a iniciar por su irresponsabilidad, en un ejercicio de camuflaje y desfachatez, son la reactivación económica, el fortalecimiento del estado bienestar y, por supuesto, la independencia, la tela que todo lo cubre y nubla el entendimiento de la gente que, cómo dicen por ahí, el que no es independentista es un traidor, y si es federalista, por poner un caso, imbécil. Así que Artur sale a la calle amparado por sus voceros que, como en el cuento, admiraban la enorme calidad de la tela, con su hermoso traje de mágico tejido repartiendo parabienes y jaleado por todo el mundo no sea que se le adjetive de algo, eso hasta que alguna víctima de las listas de espera, de los recortes en educación, alguno de los miles de estafadores de la Pirmi, o alguien que pague por la tartera diga no que va desnudo sino algo más descarnado: ¡Está en pelotas!

martes, 9 de octubre de 2012

Por qué soy Guevarista


Tal día como hoy 9 de octubre de hace 45 años era asesinado en la escuela de La Higuera (Santa Cruz, Bolivia) Ernesto “Che” Guevara. He de decir, para no pecar de falsa modestia, que como historiados he estudiado la figura de Ernesto Guevara en profundidad. Pero no quiero explicar su vida, bastantes lo han hecho ya en libros y películas y conocidos son sus viajes por Sudamérica, sus avatares en Cuba, su fracaso africano y la última campaña en Bolivia. Hoy quiero hablar de por qué soy guevarista.
Intelectual autodidacta lector empedernido forjo un pensamiento sólido cristalizado definitivamente en su viaje por Sudamérica, un viaje que le abre los ojos a las injusticias y le compromete en la lucha contra ellas con un punto de aventurero e idealista. Coherente siempre, contra  viento y marea, de una ética revolucionaria a prueba de todo, llega a la conclusión de que sólo un hombre nuevo podía lograr el ideal revolucionario. No era  bastante con la lucha armada, era necesario luchar para escapar a la hegemonía cultural del imperialismo y la reacción con la educación y la formación para traer la moral revolucionaria. El “Che” del trabajo voluntario que había de beneficiar a todos y que se alza como una utopía en nuestro mundo individualista y dominado por la economía que el concebía como instrumento humanista para mejorar la vida de todos, algo tan alejado del pensamiento económico que nos domina. El “Che” que decía que del imperialismo y de la reacción no debía fiarse uno “ni tantito así”. El que se dirigía una y otra vez a la juventud diciéndoles que eran la principal arcilla de la revolución. De su discurso en la ONU donde advirtió de “que los hombres y las mujeres de América Latina avanzaban por los caminos con sus cartelones y consignas advirtiendo en ellos sus sepultureros el capital monopolista yanqui”. El “Che” que concebía el estado como el garante del bienestar y que nada dejó a sus hijos porque Cuba se encargaría de todo. Y el “Che” que dijo que todos aquellos que sintieran el dolor de una injusticia propia o ajena eran pariente suyo. Pero también el “Che” de los juicios y ejecuciones en la fortaleza de “la Cabaña”, el que se deleitaba con el olor a pólvora, el que dijo que había que bombardear Estados Unidos durante la crisis de los misiles y el que apostó durante su estancia en la sierra que era capaz de dejar los calzoncillos de pie… y ganó. Y, por último el hombre que dijo a un joven Ziegler, hoy defensor de los derechos humanos desde la ONU, cuando se le ofreció para ir a la revolución, que su labor era luchar en la entraña del monstruo, y lo hizo señalando los bancos suizos.
El “Che”, el icono del siglo XX, millones de veces reproducida la foto e Korda de aquel 5 de marzo de 1960 cuando tenía 31 años y ya se había convertido en un mito y que se esgrime en cualquier manifestación como un amuleto contra la injusticia. Un hombre, con sus virtudes y sus defectos que los tuvo, y que tomó decisiones más que discutibles, pero con todo y a pesar de todo, en un mudo que se ha vuelto loco, en una Europa que no comprende nada en manos del conservadurismo más atroz y en una España que retrocede sin cesar y donde las injusticias y desigualdades son algo cotidiano, como digo, a pesar de todo lo que se le pueda achacar, dejadme que siga siendo guevarista.