sábado, 21 de agosto de 2010

Impuesto sí, impuestos no

De manera recurrente aparece el asunto de los impuestos, a veces como serpiente de verano y otras como globo sonda. Pocas cuestiones producen reacciones tan viscerales y anuncios apocalípticos como esta.
Argumentos hay para todos los gustos, la derecha anunciando la ruina del país, capitales que amenazan con salir del país si, según ellos, se les penaliza, un sector de la izquierda que dice que se paga poco, otro que dice que lo verdaderamente progresista es no subirlos. Cantos a la desmantelación del sector público, loas al déficit cero, que pague más el que más tenga, la progresividad del impuesto…
Pero hay algo que nunca se pone de manifiesto y considero que es básico y que de no corregirse nos llevará a otras crisis en las que curiosamente se pide al estado que intervenga de manera contundente para que resuelva todos los problemas. Pues bien, es una cuestión de educación y formación. El gran triunfo del capitalismo y el conservadurismo es la primacía de lo individual sobre el grupo. Otros valores como la solidaridad, la igualdad, la redistribución de la riqueza para garantizar la igualdad de oportunidades, son ideas que han quedado vacías de contenido. No plantees hacer algo por alguien sin recibir nada a cambio, trabajo voluntario, es absurdo e incomprensible, todo tiene un precio, todo se ha mercantilizado, todo es susceptible de convertirse en negocio. La cuestión de los impuestos tiene mucho que ver con ello, si creyéramos en lo grupal no habría ningún problema en pagar acorde con el lugar que ocupa España en el panorama internacional, y recibir servicios, a los que habría que exigir la excelencia, y el único que puede garantizar esto es el estado, progresista por supuesto.
Elder Cámara dijo una vez que si ayudaba a los pobres le llamaban santo y si preguntaba por qué eran pobres, le llamaban comunista.

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